Este artículo ha sido verificado y aprobado por la ginecóloga Miriam Al-Adib el 7 de noviembre de 2023.
Aunque parece que en la era de la información e Internet todo ha cambiado en torno a la sexualidad femenina, aún existen muchísimos tabúes y creencias erróneas sobre el cuerpo femenino y su sexualidad que deben ser desmontados y desmentidos para poder conocernos mejor y disfrutar(nos) mucho más.
La información es poder y es lo que nos permite coger las riendas de nuestra salud sexual. Es clave saber diferenciar lo que nos hace bien y lo que nos perjudica, lo que es cierto y lo que no, qué significa tener derecho al placer, cómo respetar y ser respetadas y aprender a vivir una vida sexual desde el placer, sin sentimientos de culpa o de vergüenza.
Desde tiempos inmemoriales arrastramos muchos tabúes en la sexualidad femenina y, aunque hoy en día la gente piensa que tenemos sexo con más facilidad, con más libertad, en la práctica esto no es así y confundimos libertad sexual con hipersexualización. Nos creemos libres en el sexo porque efectivamente, somos menos juzgadas que hace unos años, pero paradójicamente, los mitos y tabúes en torno al sexo y la sexualidad femenina que seguimos arrastrando influyen en la forma en la que vivimos la sexualidad.
Poco a poco las cosas van cambiando, pero aún hay camino por recorrer y trabajo por hacer...
Hablemos de sexualidad femenina.
5 GRANDES MITOS, TABÚS Y CREENCIAS ERRÓNEAS SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA
Existe un notable sesgo de género en torno a la salud general y sexual. A menudo caemos en la doble polaridad, en normalizar cosas que no son normales y patologizar cosas que sí lo son.
Normalizamos el malestar en las mujeres en general: el dolor durante las relaciones sexuales o el dolor con la regla cuando a lo mejor existe una endometriosis que hay que tratar… A veces nos conformamos porque acudes al médico y te dice que eso es normal, y es que en la medicina parece que todo lo que concierne a que las mujeres tengamos síntomas de cansancio, de tristeza, de depresión... se psiquiatriza, incluso el dolor.
También ocurre que se patologizan cosas que son normales, como por ejemplo el ciclo hormonal: que tú tengas una serie de cambios en un momento del ciclo y otro en otro momento del ciclo es normal. Las mujeres somos cíclicas y todo nuestro sistema, el metabolismo, el sistema nervioso, el cerebro... cíclicamente cambian durante toda la edad fértil por el influjo de los estrógenos, que predominan en la primera fase del ciclo, y la progesterona, que predomina en la segunda fase. Lo que no se debe normalizar es un síndrome premenstrual que no te permita tener una buena calidad de vida. Ya es hora de dejar de normalizar el dolor para que cuando ocurra, busquemos ayuda y le pongamos remedio.
Mito 1: El dolor es normal. El dolor durante las prácticas penetrativas no es normal y no hay que naturalizarlo. Si se produce de manera recurrente (y no de forma puntual por falta de excitación o los nervios del momento), hay que analizar de dónde viene y las posibles formas de solucionarlo.
Mito 2: El clítoris. Aún se evita hablar del clítoris como si fuera algo vergonzoso y no lo es. Es el principal responsable del placer femenino y ya es hora de darle la importancia y protagonismo que tiene. Nombrarlo y conocerlo es el primer paso para hacernos responsables de nuestro propio placer.
Mito 3: La masturbación femenina. La masturbación femenina sigue siendo tabú, y es que existe la creencia de que las mujeres se masturban menos que los hombres y, además, les cuesta admitir que lo hacen. Una vez más, parece que el placer femenino no importa. Aunque en los últimos años esta circunstancia ha cambiado, la masturbación femenina sigue sin ser un tema de conversación, ni siquiera en la edad adulta.
Mito 4: Orgasmo vaginal y clitorial. Sigmund Freud fue quien categorizó los orgasmos femeninos como vaginales y clitoriales, pero esta creencia que aún se extiende hasta nuestros días es un gran error. Solo existe un tipo de orgasmo femenino y este depende del clítoris, ya sea estimulándolo de manera directa o indirecta.
Mito 5: Si no hay penetración, no hay placer. El coitocentrismo ha sido el centro de las relaciones en parejas heterosexuales, como si no pudiese haber placer más allá de la penetración. Limitar el sexo únicamente al coito es limitar tu propio placer y cerrar las puertas a un mundo de sensaciones más allá de los genitales.
Existen muchos otros mitos en torno a la sexualidad femenina como la negatividad en torno al sexo durante la menstruación, la consideración de que la dificultad para llegar al orgasmo es intrínseca de la mujer, la presuposición de unos gustos y preferencias específicos por ser mujer y otros muchos a los que hay que darles visibilidad para que no sigan perpetuándose e impidiendo a tantas mujeres disfrutar de su sexualidad plenamente.
Mitos y tabúes en torno a la sexualidad femenina.
ETAPAS DE LA SEXUALIDAD FEMENINA SEGÚN LA EDAD
Existe mucho desconocimiento acerca de los cambios que se producen a nivel sexual según la etapa en la que nos encontremos. Conocerlos y aceptarlos es clave para sentirnos bien con nosotras mismas y vivir nuestra sexualidad con serenidad y libres de prejuicios y juicios.
La sexualidad durante la infancia tendrá un peso importante en el desarrollo y crecimiento como persona en cuanto a aspectos emocionales y afectivos, así como de socialización con otras personas.
En esta etapa la sexualidad se basa en el natural auto conocimiento y la curiosidad por las sensaciones corporales, el descubrimiento de su propia identidad y de los roles de género y sexuales.
La sexualidad en la adolescencia se caracteriza por cambios físicos, psíquicos y sociales muy significativos. Los amigos pasan a un primer plano y se consolidan las habilidades sociales para relacionarse con su entorno.
Desgraciadamente, la hipersexualización de la infancia, la cultura del porno... les aleja de sus verdaderos deseos y les hace vivir una sexualidad muy alejada de sí mismos.
La sexualidad en la edad adulta se relaciona con una sexualidad más plena en cuanto a aprendizaje, experiencias, vitalidad... Se han dejado atrás las dudas y se abre un abanico de nuevas prácticas y formas de placer.
El sexo es más accesible y el deseo o la búsqueda de pareja no son siempre los pilares para relacionarse, pero aún así el coitocentrismo y el modelo hipersexualizado está muy presente también en las relaciones en esta etapa.
La sexualidad en la edad madura coincide con el climaterio, que es el periodo en el que la función ovárica empieza a declinar. Es una etapa de muchos cambios hormonales que a veces pueden estar acompañados de cambios psicológicos y de humor.
El sexo sigue siendo algo importante en sus vidas, sin embargo, la frecuencia con la que se practica disminuye y se puede dar una pérdida de interés asociado a esa pérdida de las relaciones.
La sexualidad no desaparece, es inherente al ser humano desde que nace hasta que muere, pero en esta etapa puede cambiar. Muchas veces no se comprende el sexo más allá del coitocentrismo y a menudo hay parejas que piensan que se acaba la expresión de su sexualidad porque les apetecen otro tipo de cosas.
La sexualidad según la edad.
SEXUALIDAD Y PLACER VS SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN
Una de las grandes causas de la invisibilización del placer femenino históricamente ha sido el relacionar la sexualidad femenina únicamente con la reproducción.
Aunque hemos avanzado en comparación a la época de nuestras abuelas, hay un patrón que no cambia: la mujer sigue siendo objeto y el hombre es el sujeto. Antes, el fin podía ser la reproducción, hoy día es el placer por lo que las mujeres pasamos a ser objetos de placer. Y no porque disfrutemos más de nuestros cuerpos ni del sexo, sino porque somos más objetos y estamos más cosificadas que nunca.
Asumimos nuestro rol de objeto desde etapas muy precoces y solo hay que ver las RRSS para ver la hipersexualización de la infancia. Esto genera muchas alteraciones y disfunciones sexuales en mujeres. Ministerio de igualdad estadística con un porcentaje elevadísimo de mujeres jóvenes que mantienen relaciones sin tener deseo sexual, porque es lo que toca. Esto no es disfrutar de tu libertad sexual ni del sexo, sino asumir tu condición de objeto sexual. Por eso más que nunca tenemos que hablar de todo esto. Los mitos y tabúes de hoy son diferentes a los mitos y tabúes de nuestras abuelas: rol de la mujer casta y virgen hasta el matrimonio y ahora el rol de la mujer hipersexualizada que es un objeto sexual.
Todo esto puede afectar a disfunciones de tipo relacional, hacer que se mantengan relaciones sin deseo, afectar también en tener dolor durante la penetración... Esto se vive con culpa, con vergüenza, no se habla, y las personas que lo padecen lo pasan fatal. Han normalizado el dolor con las relaciones y esto viene de lo mismo: el foco no está en disfrutar del sexo, sino en dar placer a la otra parte.
LA IMPORTANCIA DE LA AUTOEXPLORACIÓN
Debemos perder el miedo a explorarnos a cualquier edad. Lo ideal es que, desde edades tempranas, respetemos los procesos naturales de las niñas en cuanto al autoconocimiento y las preguntas que nos hagan sobre curiosidades que tienen estando muy presentes y respetuosos en el proceso natural del autoconocimiento. A menudo cuando una niña se da cuenta de que frotando sus genitales obtiene placer, muchas veces se les intenta evitar que lo hagan y al final estás dando un mensaje de que eso es malo. Si esto ocurre, hay que decirle a las niñas que esto no es nada malo, pero que como es algo íntimo y suyo es mejor que lo hagan en su intimidad, para protegerlas de posibles burlas o abusos de terceros. Ese autoconocimiento del placer se debe hacer en la intimidad, sin decir en ningún momento que es nada malo.
El dolor durante las relaciones sexuales puede venir muchas veces por vaginismo, al tensarse los músculos de la vagina. No hay que conformarse con el malestar, muchas veces con la edad pueden aparecer problemas sexuales por la sequedad y la vulvovaginitis y se pueden dar situaciones donde hay una imposibilidad de mantener sexo. No hay que conformarse con eso, sino que hay que tratarlo. No tienes por qué prescindir del placer sexual solo por tener dolor en las relaciones sexuales.
La autoexploración es importante.
LA INFLUENCIA DE LAS HORMONAS EN LA SEXUALIDAD FEMENINA
Cada vez se van rompiendo más mitos sobre la menstruación y el sexo durante la regla, pero aún se habla poco de la influencia del resto de fases del ciclo menstrual (pre menstruación, pre ovulación y ovulación) en la vida sexual de las personas con vulva.
Las mujeres somos cíclicas durante toda nuestra edad fértil, desde que se produce la primera menstruación hasta que llegamos a la menopausia, por la bajada hormonal. Los cambios hormonales que se producen a lo largo de cada ciclo darán lugar a cambios físicos, fisiológicos, pero también emocionales, comportamentales, de estado de ánimo… Todo ello influye en todas las áreas de la vida, también en la sexualidad.
A lo largo del ciclo se experimentan variaciones en el deseo sexual, en la facilidad con la que nos excitamos o llegamos al orgasmo, en las preferencias sexuales hacia unas prácticas o estimulaciones y otras… Conocer estas variaciones, aceptarlas y adaptarnos a todos esos cambios nos permitirá disfrutar más plenamente y con más tranquilidad de las relaciones sexuales en cada fase, a la vez que entendemos mejor nuestro propio ciclo.
Aunque hay cambios generales, cada persona tiene una personalidad y preferencias distintas. Esto, junto con el entorno, las circunstancias y otros factores puede influir en vivir la sexualidad de una forma u otra en cada etapa del ciclo.
Fase menstrual
La bajada de estrógenos influye en la excitabilidad, la estimulación y la tonificación del sistema nervioso. En esta fase, también bajan las endorfinas y la serotonina, que ayudan a sentirnos bien. Por eso, en esta etapa es posible sentirse baja de ánimo, con ansiedad o irritabilidad. Esto puede hacer que pueda disminuir el deseo y que quieras estar más tranquila.
Tener en cuenta todo esto es importante porque quizá no es el mejor momento para prácticas más extremas o fuera de tu zona de confort, pero sí para prácticas más tranquilas. La cuestión es decidir siempre desde lo que realmente apetece y te pide el cuerpo.
Fase preovulatoria o folicular
Los estrógenos comienzan a elevarse, es posible sentir más alegría, optimismo y mayor sensación de felicidad. La libido también puede verse incrementada.
Se pueden aprovechar estas circunstancias para probar cosas nuevas, abrirse a la experimentación de nuevos placeres.
Fase ovulatoria
El pico de estrógenos y la influencia de la oxitocina puede elevar notablemente la libido sexual. El incremento de estrógenos favorece la producción de serotonina, tenemos más energía y más capacidad de tomar decisiones.
El deseo sexual está en su punto más alto pero cada persona es un mundo y recuerda que el nivel de deseo basal es distinto en cada persona y situación. Puedes aprovechar esta fase para hacer lo que te pida el cuerpo.
Fase premenstrual o lútea
Es una fase dominada por la progesterona, pero en ocasiones no se fabrica suficientemente y en lugar de estar más calmadas podemos tener más irritabilidad. Los cambios de estado de ánimo que se pueden producir quizá dificulta mantener una apetencia por las relaciones sexuales. Suele ser una fase de recogimiento, enfocada en nosotras mismas. Se puede optar quizá por situaciones íntimas más suaves y tranquilas.
Recuerda que la libido no solo depende de las hormonas, en el deseo sexual influyen muchos otros factores distintos. Así que, en cualquier caso, cada persona debe escuchar su cuerpo, su mente, sus sensaciones y, desde la aceptación total, hacer aquello que le apetece en cada momento, adaptando su momento a la sexualidad. No olvidemos que el sexo y las relaciones sexuales son para disfrutarlas, nunca deben convertirse en una obligación ni hacerse cuesta arriba. Además, hay mil unas maneras de disfrutar y en cada momento o fase que estemos puedes hacerlo de forma distinta.
La influencia de las hormonas.
Hablemos alto y claro de la sexualidad femenina para continuar desmintiendo tabúes y eliminando prejuicios. Solo así podremos disfrutar más libremente de nuestra sexualidad y de forma más consciente.
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Pregunta a la sexóloga